Puede que éste no sea un lugar de muchas palabras, pero sin duda será un lugar de mucho significado.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Un laberinto sin salida

Ni siquiera sé cómo llegué a entrar. Ahora, en medio de todo este verde, sólo soy capaz de recordar los caminos que ya he recorrido, de una forma muy amarga. Estoy aquí, en un lugar que no reconozco, en el que quizás haya estado antes, en silencio. Todo carece de sentido. Una y otra vuelta y nada cambia. Lo único que hago es cansarme, cada vez más, herirme. Ya la fatiga casi no me deja levantarme, pero sigo caminando. Una vuelta, otra... bueno, no sé ni si estoy dando vueltas. No sé por qué, siempre parece que estoy al final del camino. Desde siempre he tenido esta capacidad de ver las cosas fáciles, de verles un fin próximo. Pero aquí sigo, viendo que queda poco, casi sin creérmelo ya. Miro hacia arriba y me imagino los entresijos del lugar en el que me encuentro, como algo totalmente indescifrable, y me pregunto si realmente hay exterior, si alguna vez llegué a estar fuera de estas paredes verdes. La hierba alta se enreda entre sí creando poderosas barreras tan duras como cualquier pared de ladrillo. Alguna vez he intentado atravesarla, pero es exactamente lo mismo que tratar de saltar un rascacielos con más que dos piernas humanas. El suelo es de arenilla. A veces parece haber huellas como de algo que ha sido arrastrado, aparentemente guiando hacia un lugar. Podría pensar que esas huellas son mías propias, pero las recuerdo desde que llegué aquí, sin haber recorrido ningún camino. No sé si algún día saldré de aquí, o si caeré en el intento, sólo sé que aún no he dejado de caminar.

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