Una gaita comienza entonando su singular graznido. Trompetas la acompañan con su dulce sonar. Juntas, forman una melodía que suena a trascendental.
El ritmo es lento, pausado. Nos incita reflexionar, a tener esperanza. Todo va a salir bien, sólo necesitamos templanza.
Y así, casi sin esperarlo, nos conquista. Ya no sentimos miedo, tenemos valor. Afrontaremos los problemas con fervor.
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