El viento acaricia mi piel aceitosa mientras el sol nutre mis poros y el mar me brinda el rumor de su oleaje. Diminutos granos de arena vuelan y algunos se adhieren a mí. Las mariposas en el estómago son cosa del pasado y los problemas parecen difuminarse con la brisa del mar. En mi mente sólo albergan paisajes pintados de blanco y dorado, paz, tranquilidad, y silencio
Había olvidado lo que eran las tardes de verano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario