Puede que éste no sea un lugar de muchas palabras, pero sin duda será un lugar de mucho significado.

lunes, 14 de junio de 2010

Creando historia

Comencé a buscar adeptos allá por el 1950. La misión me pareció demasiado simple, al fin y al cabo yo había sido creado para ello. Sin embargo, las trabas de los humanos resultaron siempre demasiado molestas. Mi primera orden, en la misma Kraków, acabó fusilada por “prácticas ilícitas”. ¿Qué tienen de malo los festines de sangre? Según la miserable sociedad humana atentan contra la vida del individuo, acto penado con muerte en la época. Los humanos no saben ampliar sus miras. También les pasa a muchos vampiros. No saben ver más allá de sus narices, el objetivo final de nuestra existencia. A todo esto, yo escapé cual héroe esquivando balas y pasando a través de mis capturadores mientras éstos quedaban atónitos por mi habilidad y velocidad. Logré escapar con graves heridas que tardaron en curar.

En cualquier caso, la pena de muerte quedó abolida y yo creí que tendría más posibilidades de establecer mi imperio. Tras haber levantado un pequeño templo en las afueras de Katowice y haberme encargado de enseñarles a no ser vistos a la luz del día por las calles de la ciudad, volví a Kraków con renovadas ganas, allá por el 1962. Esta vez mis acólitos acabaron todos en la cárcel por “consumo de sustancias ilegales”. Esta vez en cambio me encargué de que su fe persistiera incluso entre barrotes y una vez salieron del trullo siguieron adorándome. Algunos han muerto ya, pero dedicaron toda su vida a complacerme. En este caso yo probé mi inocencia en los juzgados gracias a un contacto dentro de mi orden que pidió que se aplazara el caso hasta esa noche alegando la “fotosensibilidad” del acusado.

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