Puede que éste no sea un lugar de muchas palabras, pero sin duda será un lugar de mucho significado.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Ghost

Las tecnologías avanzan, los medios y recursos se vuelven más flexibles y versátiles, la calidad de los productos aumenta, sin embargo, hay veces que todavía tenemos que recurrir a los clásicos. Pasamos de lo bien que se ve, los músculos que nos muestran o la moda en escena porque, sea como sea la cubierta, lo verdaderamente importante es el interior.

Es el caso de Ghost. Habiendo pasado ya tantos años desde su lanzamiento, es natural que encontremos inconsistencias, falta de nitidez, errores en la concepción, el lenguaje, e infinidad de efectos a medio hacer o directamente mal acabados. Pero con todo y todo eso, el filme nos ofrece una emotividad pocas veces vista. Hay simplemente escenas que son eso, y nada más. Suficiente para sentirte una parte de la historia y meterte en la piel de sus protagonistas. Suficiente para arrancarte una lágrima o acelerarte el corazón.


Tras compartir todos los momentos uno a uno que se van sucediendo, y se van sumando, viene la escena final, ese que hace que todo lo demás merezca la pena. Habiéndonos imaginado lo que es un romance real, lleno de complicidad, pero en la tierra, sincero y demostrable, nos damos cuenta de lo que duele si una vez conseguido se nos es arrebatado. No podemos evitar sentirnos como si de verdad nos pasase a nosotros, como si de verdad nos hubiese pasado, como si de verdad nos estuviese pasando en ese preciso momento. Ahí radica la magia de esta película, ahí es donde una película pasa de ser entretenimiento a ser una emoción.

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