Vivíamos en una casa de las afueras donde la mayoría sólo aparcaba sus coches. Recuerdo esa pequeña puerta que había en el hueco entre la cocina y el salón , bajo la escalera. Su forma irregular y ladeada me intrigaban casi tanto como su simpleza y opacidad. Tenía una cerradura antigua, de estas de llaves largas, de color oro desgastado. A menudo miraba por ella, pero sólo recibía oscuridad del otro lado. La llave nunca supimos encontrarla. Hicimos búsqueda por toda la casa, el sótano, el desván, incluso esa parte del garaje que esta llena de trastos que nadie volverá a utilizar. Alguna vez tratamos de forzar la puerta pero nunca conseguimos que cediera. Mi padre un día dijo que la puerta debía ser falsa, que era de adorno, y que tras ella sólo había más pared.
Me pregunto si alguien habrá abierto esa puerta alguna vez...
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