El miedo es la razón por la que nos levantamos todos los días. Es el culpable de que la mujer del tercero no te abra cuando el telefonillo de la casa de tu amigo no funciona. Él es el responsable de tu continua sensación de fracaso.
El miedo nos impulsa a perseguir nuestros sueños. Nos hace pensar las cosas una y otra y otra vez, para finalmente tomar la opción que peor sensación nos dejará. El miedo nos ayuda a vivir.
Gracias al miedo se nos queda esa sensación de “¿Qué habría pasado si…?” cuando nos bajamos del metro tras observar a ese chico de expresión bobalicona desliar sus auriculares y preguntarnos qué podríamos hacer para conocerlo. El miedo nos dice qué está bien y qué está mal. Nos salva de atascos y nos mete en peleas. El miedo es la razón por la que somos felices.
Sin miedo no sabríamos lo que es la pérdida, el reencuentro...
Sin miedo no sabríamos apreciar lo que tenemos, y llevaríamos una vida vacía, sin ilusiones.
Teniendo todo esto en cuenta, ¿Es conveniente quitarlo de en medio?
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